El METAVERSO, una palabra de plena actualidad. Pero, ¿qué es realmente el metaverso? Cuando hablamos del metaverso estamos hablando de un concepto en donde las personas se relacionan dentro del ciberespacio. Aunque no de la forma que conocemos. Estamos hablando de mundos virtuales que imitan a la realidad y en el que las personas interaccionan de forma inmersiva a través de dispositivos (como las gafas de realidad virtual o aumentada). Una tecnología que se espera que esté bien desarrollada para dentro de una década, pero que ya ha empezado a funcionar.
Varias compañías llevan años trabajando en esta nueva evolución de internet, pero durante el año 2021 el metaverso se ha popularizado por Mark Zuckerberg, cuando el CEO de Facebook anunció el cambio de nombre de la compañía por el de -Meta-, y su apuesta total por esta tecnología.
Ahora bien, una vez analizado el concepto desde su forma más simplista, las cosas se complican. El metaverso está llamado a englobarlo todo; esto es, a tener su propia economía, su propio territorio y sus propias reglas. Hay miles de personas y empresas comprando terrenos y abriendo tiendas en los diferentes metaversos que se están desarrollando (entidades bancarias, inmobiliarias, tiendas de ropa…). Y la complejidad aparece aquí. Primero, porque existen diferentes tipos de metaversos, según sean controlados por las compañías desarrolladoras (centralizados, como el caso de Meta), o si los usuarios tienen el poder de decidir sobre sus activos (descentralizados, como Decentraland).
En posteriores artículos abordaremos lo apasionante de esta tecnología. Porque recordemos que podremos jugar, reunirnos o trabajar con otras personas de «tú a tú», y en tiempo real, desde cualquier parte del mundo. También se podrán celebrar todo tipo de conciertos y exposiciones. De hecho, son muchas las empresas que trabajan en herramientas que nos permitan sentir sensaciones, incluso percibir olores al entrar en esta nueva realidad.
RIESGOS. LA CUESTIÓN DE LA PRIVACIDAD EN EL METAVERSO.
Como hemos visto, las posibilidades del metaverso (o metaversos) son casi infinitas, y su desarrollo aún tiene un largo camino. Y ahora que sabemos qué es y cómo funciona, pensemos en cómo acceder. Es aquí donde nos encontraremos con nuestro «avatar»; con nuestra identidad digital, que nos conectará a la «identidad real». Esta identidad también podrá asociarse a una o varias wallet (carteras virtuales) para gestionar nuestros activos económicos dentro del metaverso (criptomonedas, NFT…).
La gestión de la privacidad (y la seguridad) es uno de los grandes retos del metaverso. En estos nuevos entornos habrá un gran volumen de información y esta será muy sensible, ya que los datos que se generará en los dispositivos permitirán la trazabilidad de sensaciones y emociones. Y estos datos podrían llegar a ser utilizados por las empresas, o incluso hackeados, con todo lo que eso conllevaría.
La protección de la información será una cuestión indispensable en el metaverso, pero de muy difícil gestión. Al hablar universos virtuales sin una normativa aún definida, queda todo por hacer. Garantizar los consentimientos de recopilación y uso de datos ; salvaguardar el derecho a la imagen… Y también cuestiones legales tales como la propiedad intelectual e industrial (derechos de propiedad), la regulación de denuncias de acoso sexual…
Un nuevo mundo que se abre ante nosotros. Apasionante, pero con muchos riesgos que debemos ser capaces de afrontar.
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