Los emoticonos son una forma de expresión muy extendida en las aplicaciones de mensajería. El caso que nos ocupa es característico, y tiene importantes implicaciones, porque crea precedente sobre la validez del consentimiento en un contrato a través de un emoticono.
En el presente caso, un agricultor había acordado vender 87 toneladas de linaza a un comprador de grano en 2021. El comprador había firmado el contrato y envió una foto al agricultor, quien respondió con un emoji de pulgar hacia arriba. El agricultor argumentó que el emoji de pulgar hacia arriba sólo confirmaba que había recibido el contrato, no que estuviera de acuerdo con sus términos. Sin embargo, el comprador de grano entendió estaba de acuerdo con el contrato y que esa era su forma de firmarlo.
El juez de un Tribunal canadiense dictaminó que existía un contrato válido entre las partes y que el vendedor había incumplido este acuerdo al no entregar la linaza. El juez ordenó pagar daños y perjuicios por un monto de 82.200 dólares canadienses, equivalentes a 61.000 dólares estadounidenses.
El juez reconoció que un emoji de pulgar hacia arriba es una forma no tradicional de «firmar» un documento, pero en este contexto, constituía una forma válida de transmitir los dos propósitos de una firma: identificar al firmante y transmitir la aceptación del firmante del contrato. Este caso destaca la naturaleza evolutiva de la comunicación y las implicaciones legales de las expresiones digitales como los emojis. Sin embargo, el significado preciso de los emojis dependerá de cada caso.
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